sábado, 16 de abril de 2011

Saludos “lupartianos”, aquí ando, dando inicio a lo que espero, sea una sección en la que los lectores que entren, puedan pasarlo bien, reirse, y por qué no, aprender cosas nuevas que se me pasan por la cabeza. No voy a pretender ejercer de hermano mayor desde aquí, o de típico jefe de la tribu que va de interesante y todo lo sabe; desde aquí simplemente enfocaré al que quiera, mi forma de ver la vida y entender, con un claro sentido subjetivo, como todos tenemos en el interior, aunque muchos pertenecientes al gremio, intenten
disimular para engañar a un tercero. Bueno, dicho esta intro, os dejo con la columna de hoy:


Una visión diferente de las demoscópicas.
por Mauro Albero

Abro los ojos, es viernes, un gran día, tiene pinta de serlo, se respira, lo noto. Es dieciocho de febrero de 2011, hoy es la demoscópica, parece que quedaban años hasta que llegase y aquí está. Al recordarlo, mi corazón comienza a funcionar como el de un niño de seis años el cinco de enero a las nueve de la noche. Tras la ducha matutina de rigor salgo a la calle, hoy es uno de esos días en los que te apetece saludar a todo el mundo y ser amigo de todo transeúnte que se cruce a tu lado. Así lo hago, entro a una copistería y hablo con la dependienta como si fuese mi hermana, voy a comprarme unos kikos a una tiendecilla de al lado de mi casa y mi amabilidad esta al 2oo%, esperando media hora con la puerta abierta para dejar pasar a todo el mundo. Encima el día es estupendo, no hace apenas frío para ser febrero. Ese día comemos todos los Fractales en un restaurante junto al local para después recoger todo y marchar para La Casa Del Loco. Al  legar al restaurante, te das cuenta de que no eres el único que por la mañana se ha sincronizado con la naturaleza y es como una margarita que nace en un prado del pirineo, rodeada de naturaleza y oxígeno de lo más limpio; ellos están igual que yo, eufóricos. Tanta es la alegría que, debido a las constantes carcajadas  mientras comemos, después a todo el grupo nos duele la tripa, pero es igual, dejamos de notarlo cuando entramos al local para recoger las cosas.
El trabajo de recogida de instrumentos antes de un concierto, es un trabajo pesado, pero se hace con gusto, porque preparas las cosas con ilusión, y más en este día, en el que no sentimos pereza alguna a la hora de organizarlo.
Llegamos a la Casa del Loco, Francho y Rupert ya están ahí, con ganas de grabarlo todo.
Empezamos a descargar. Limnopolar está como nosotros, se les nota la ilusión en sus caras. Es divertido porque grupos como Limnopolar o como nosotros, The Fractal Sound, tratamos de proyectar serenidad y calma, pero en el fondo estamos eufóricos, es lo contrario a lo que proyectaban Tachenko, que ya con
millones de tablas trataban de proyectar euforia y alegría, y en el fondo estaban muy serenos, tranquilos, sabiendo que para ellos, un concierto en La Casa del Loco, era uno más, y no EL CONCIERTO.
Por un problema de logística mental, me dejo el baquetero en el local y tengo que volver a por él. En circunstancias normales, el humor me hubiese cambiado, pero era la demoscópica, me dio igual, seguía igual de contento, aun después de darme un paseito extra.
No suelo ponerme nervioso en los conciertos, pero esta vez he de reconocer que conforme iba pasando el tiempo mi cuerpo iba adquiriendo la cualidad de la ingravidez, y notaba el famoso gusanillo en mi interior.
La prueba de sonido me parece escueta, aunque precisa, quizás perdiendo un
poco más de tiempo, se hubiesen evitado ciertos acoples, pero de todos modos sonó bien.
La cena en las Almau fue perfecta, ni mucho ni poco, lo justo para unas personas que sólo pensaban en lo que iban a hacer tras ella. Rafa Angulo, perfecto anfitrión, venía cada minuto a ver si todo estaba en orden, y comprobar si faltaba esto o aquello. De hecho un día le comenté que me gustaba la sidra natural, y cuatro botellas me esperaban en la mesa esa noche.
Ir acercándote a la Casa del Loco para tocar y ver que hay cola para entrar nos hizo mucha ilusión. Tardamos en entrar, había gente conocida por todas partes, y no podías pasar por delante como si nada, ellos habían hecho el esfuerzo de venir por ti.
Un concierto desde el escenario es diferente, la gente son cabecicas que no paran de mirar todo lo que estás haciendo, es una sensación increíble. Notaba el corazón a mil, veía al resto igual que yo, pasándolo como nunca. Todo era fantástico. ¿Lo más impactante para mí en el concierto? Siempre estamos acostumbrados a que amigos vengan a vernos y sean los principales artífices de gritos y aplausos, ese día no fue así, el barullo tras canción y canción era generalizado, y cuando comenzamos “Blood Drops” y alguien anónimo gritó “-
¡Uhhh! Blood Drops” y aplaudió levemente me llenó tanto que la toqué como nunca. Al finalizar el concierto, ese sentimiento se acrecentó siendo más gente anónima la que se acercaba a saludarnos. Esta nueva sensación para nosotros, era agridulce, dulce porque es precioso sentir el calor de la gente, pero agria
porque ya no estábamos encima del escenario, tanta preparación se había acabado, ya había pasado, yo quería más, pero ya pasó. Lo bueno que nos quedaba era disfrutar de Limnopolar, y de Tachenko.
De este concierto nos llevamos muchas cosas, la experiencia de tocar en un sitio con encanto como “La Casa del Loco”, el saber que para Rafa Angulo y Mondosonoro, hemos sido una de las dos mejores maquetas aragonesas del 2010, el ver que los amigos siempre nos van a apoyar y van a ir donde vayamos,
que gustamos más allá de lo conocido, y que hay esperanza también para grupos diferentes, como nosotros, The Fractal Sound o como Limnopolar.

De todo esto, me quedó con la frase de ánimo que nos dijo Tomás (gran teclista y mejor persona, de The Fractal Sound) antes de saltar al escenario ese 18 de febrero. No recuerdo las palabras exactas, pero la idea es que hemos conseguido, haciendo lo que nos da la gana en el escenario, gustar a alguien, y la gente ha venido a vernos hacer lo que nos apetece, y por ello somos unos privilegiados.
Como una especie de posdata, diré que la fiesta post-demoscópica, en el “Candy Warhol” fue divertidísima. Grande Fernando, grande.
Bueno chicos, esta ha sido mi primera entrada, espero no haber estado demasiado extendido, y que os haya servido para ver la vida desde los ojos de un humilde Mauro Albero.